Procesos

Los sueños en tiempos de confinamiento

Cambios en los patrones de sueño

Vivimos unos días de profunda incertidumbre en los que, a la mayoría de nosotros y nosotras, se nos ha llevado a estar en casa confinados. Este no saber, este espacio suspendido en el tiempo, en el que continuamos con nuestras vidas reorganizadas, es a la vez bálsamo y ansiedad.

Esto está dando lugar a multitud de escenarios en los que el descanso y los sueños se ven alterados, o incluso colocados en un nuevo lugar. Los sueños son más intensos emocionalmente, incorporan nuevas energías y versiones del yo, introducen las narrativas del confinamiento o por el contrario compensan con reuniones y encuentros con seres queridos. Cada uno puede estar viviendo esta época de maneras muy diferentes en relación al descanso nocturno. Cuando la vigilia se trastoca tanto, a nivel individual y colectivo, es de esperar que los sueños también nos muestren aspectos nuevos y viejos de nosotros mismos.

Los seres humanos, actualmente, vivimos en un mundo en el que nuestra mente controla, planifica, ordena y clasifica continuamente el entorno en el que vivimos. Buscamos significados en la mente de todo cuanto sucede. Y este escenario actual nos está llevando más allá. Por mucho que leamos y queramos entender qué está pasando, la vida nos coloca en otro lugar. La naturaleza de la realidad tiene siempre una componente onírica que, aunque no queramos percibirla, está ahí, en la bioquímica de nuestro cerebro y nuestra energía. Parece que ahora se pone más de manifiesto la necesidad de relacionarnos con nuestra realidad interna y externa de formas diferentes a como veníamos haciendo. ¿Y si los sueños están aquí para acompañarnos?


Vivencias de vigilia que son cualidades del sueño

  • Los sueños nos colocan en un espacio de incertidumbre al despertar tal y como nos está sucediendo en la vigilia actual. Cuando sostenemos la incertidumbre del sueño durante un tiempo se revelan tesoros escondidos y fuentes de movimiento y creatividad nuevos.
  • Los sueños son lenguaje emocional y energético en su pura esencia. Nos invitan a sentir cuerpo adentro, son un regulador de nuestras emociones y sentimientos. Incluso los sueños que nos llevan a las emociones más incómodas, están desempeñando un papel al permitirnos procesar una gran cantidad de información emocional: Atender lo incómodo y no huir de ello, como forma de transformación. Como dice Thich Nat Han en referencia a otro estado de conciencia, como es la meditación:

“En la tradición budista, la meditación no significa convertirte en un campo de batalla, con lo bueno luchando contra lo malo. Es muy importante que lo sepas, porque podrías pensar que has de combatir el mal y echarlo de tu corazón y tu mente, y esta idea es errónea. La práctica consiste en transformarte a ti mismo. Si no tienes basura, no tendrás nada para hacer abono orgánico. Y si no tienes abono orgánico, no tendrás nada para alimentar la flor que hay en ti. Necesitas el sufrimiento, las aflicciones que hay en ti, porque como son elementos orgánicos, sabes que puedes transformarlos y darles buen uso.”

  • Los sueños no tienen un significado fijo y establecido, sino que nos ponen en contacto con capas diferentes de nuestro mundo interno, siempre en movimiento, que pueden llevarnos en direcciones aparentemente opuestas, (pero que resulta muy beneficioso sostener en el momento). En esos momentos, en los que existen multitud de explicaciones y escenarios sobre los que está pasando, no tenemos la capacidad de casarnos con ninguna versión dado que estamos en una situación nunca vista. No sabemos qué significado hay aquí en lo externo. El significado se ha de buscar en lo interno.
  • El sueño está fuera del tiempo lineal, tal y como lo concebimos en vigilia. De la misma forma estamos, ahora, en una situación en la que el tiempo lineal se difumina y sólo existe el presente, El Ahora.
  • En los sueños, y especialmente en los sueños lúcidos, se hace muy evidente cómo co-creamos la realidad que vivimos gracias a nuestras emociones, proyecciones, expectativas e intenciones. ¿Y si estamos en un tiempo de profunda creatividad al abrirnos a la posibilidad de que aquello en lo que nos enfocamos ahora determinará aquello con lo que nos encontraremos después?

El sueño como semilla

Me gusta la metáfora de considerar cada sueño como una semilla que existe en nuestro jardín interno. Cada semilla tiene un tiempo de germinación diferente en función de qué vida vegetal encarna. Hay semillas que requieren más tiempo en la oscuridad y otras que brotan a la superficie más rápidamente. Hay sueños que encarnan la energía de semillas que ya han brotado y que identificamos mejor. Cada sueño, como expresión de nuestra vida interna, requiere una atención diferente por parte de nuestro corazón y nuestras manos jardineras.

El trabajo con los sueños es, por lo tanto, el de cuidar una relación. Así como cuidamos la relación con nuestras plantas, nuestros animales, nuestras familias y amigos, el mundo al que nos abrimos por las noches es uno que se revela amigo y aliado y que, por lo tanto, nos invita a cuidar la relación. Al cuidar la relación con nuestro mundo onírico o psíquico, estamos atendiendo a una parte fundamental de nuestra vida, nuestro jardín interno.

Cuando nos aproximamos a un sueño, la idea no es entenderlo, descifrar un significado de forma inmediata y sino desecharlo. Se trata de atender lo que nos mueve, cuerpo adentro, para permitir que haga su camino hacia fuera de forma consciente.

Desde ese espacio de no saber qué hace ese sueño con nosotros, nos adentramos en el sostenimiento de la incertidumbre. Es desde esa incertidumbre desde donde se abre paso el movimiento posterior al que nos puede estar invitando el sueño, y con este movimiento, accedemos al entendimiento. Éste es el orden. No puede darse el entendimiento sin sostener cuerpo adentro lo que el sueño nos lleva a sentir.

Este es un tiempo de cuidar hacia adentro. De sostener la oscuridad. Hay muchas semillas que están dentro de la tierra y que no han brotado. No sabemos de qué se trata, pero sabemos que están ahí. Para que se dé la luz sobre ellas, las regamos con nuestro amor. Alimentar el amor hacia nosotros mismos se vuelve un gran acto valiente.

El sueño siempre nos va a llevar a algo nuevo, a algo que todavía no sabemos conscientemente. A menudo, el no saber de un sueño, nos lleva a posibles significados contrapuestos. Es éste un momento mágico, en el que nos podemos permitir estar con narrativas que nos llevan en diferentes direcciones, que nos sitúan en diversas capas a la vez. Se trata de aceptar dos historias aparentemente contradictorias como válidas al mismo tiempo, en vez de tomar posición por una o por la otra.

Como el almendro que conserva los frutos de la pasada temporada a la vez que deja brotar las nuevas flores, existe en nosotros esa misma tendencia a sostener dos movimientos en apariencia disonantes pero que llevan, con el tiempo, al nacimiento de algo nuevo, los nuevos frutos, resultado de la alquimia con el ecosistema en el que el árbol se encuentra. Así el sueño nos facilitará abrirnos a algo nuevo cuando nos permitimos estar en el flujo de la vida, y del cambio interno al que nos invita. Estos procesos psíquicos se dan continuamente en el interior de todo ser humano.

¿Qué semillas estamos regando? ¿Con qué abono estamos nutriendo el suelo? ¿Qué frutos queremos ver crecer en nuestras vidas?

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